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Cuando esta tarde -a las 17 horas- la pelota comience a rodar por el suelo del estadio Monumental se estará escribiendo una nueva obra en la historia del superclásico más apasionante del mundo. Es que eso despiertan River y Boca, una pasión tan exclusiva que es imposible replicarlo en cualquier parte de este planeta.

Y en ese mismo momento quedarán despejadas un millón de dudas. Sabremos por donde decide atacar el equipo de Martín Demichelis, si lo hace a través del buen juego interno que tiene o si propone varios duelos individuales por los costados. Del otro lado, observaremos la postura que intentará llevar a cabo el rival de toda la vida, sin dudas un interrogante por estas horas.

Algunos dicen que el Xeneize no puede repetir lo hecho en las últimas ediciones disputadas en Núñez, donde prevaleció una táctica cautelosa por sobre la ambición de buscar los tres puntos. Otros no ven posibilidad algunas que los de Diego Martínez salgan a proponer y a presionar bien arriba. Veremos.

De todos modos, si bien sabemos todos que este es un juego colectivo, en esta clase de choques suelen categorizarse como el partido de tal jugador. Como alguna vez fue el de Ariel Ortega, sacándolo a bailar a domicilio al colorado Mac Allister. O el de Fernando Cavenaghi, con aquel frentazo en la Boca. Y ni hablar de los dos golazos del Pipa Higuaín, previo a ser vendido al Real Madrid. En fin, hubo muchos cotejos que tuvieron una figura que le puso la firma a su obra.

Habida cuenta de eso, si lo llevamos a este duelo en particular, hay bastantes valores que pueden sobresalir y quedarse con la tapa de los diarios y portales del lunes. ¿será el partido consagratorio de Esequiel Barco? ¿Claudio Echeverri estará en modo diablo?, ¿Facundo Colidio mostrará las cartas de la inexorable ley del ex?, ¿entrará Borja y repetirá su tanto sobre el final como sucedió el año pasado?. En fin, mientras se gane, que cualquiera se suba a los más alto del podio.

En definitiva, se juega una nueva edición del superclásico y esperamos que River esté a la altura de las circunstancias. Habrá que tener paciencia si no se abre rápido y apretar cuando haya que hacerlo. No dejarse llevar por el impulso de las ochenta y cuatro mil personas que alentarán desde los cuatro costados del Monumental y jugar con inteligencia. A cuidarse de la pelota parada en contra y a romper cualquier estructura con el talento propio.

Sin más, estamos a la espera de que comience a rodar nuevamente la pelotita, como en aquellos picados en el barrio, en los años mil novecientos y monedas, o como en la final más importante disputada en Madrid, por la Copa Libertadores 2018. Ojalá, como aquella vez, terminemos festejando nosotros.