El conjunto de Martín Demichelis recuperó la memoria y logró mucho más que una victoria importante de cara a la clasificación a los octavos de final de la Copa Libertadores. En un estadio Monumental colmado y efusivo en cuanto al aliento de la gente, el Millonario barrió a Nacional de Uruguay por 2 a 0, volvió a jugar bien al fútbol y ahora lidera en soledad el Grupo H, con seis unidades.
En la previa, el entrenador fue a lo seguro y se inclinó por un once titular basado en la lógica: dispuso de un sistema compuesto por cuatro defensores, tres mediocampistas, un enganche y dos puntas. Y en ese mediocampo, tan polemizado en los últimos tiempos, puso a cada jugador en su posición habitual. Entonces, Nacho Fernández jugó de Nacho, Rodrigo Villagra de Villagra y Rodrido Aliendro de Aliendro. En efecto, esa simpleza produjo un buen funcionamiento, gracias a las conexiones que hubo a la hora de pasarse la pelota.
El equipo generaba juego interno y luego apostaba a encarar por las bandas, preferentemente por el sector derecho, con un Andrés Herrera que tuvo mucha participación en ataque. De todos modos, y pese a llegar con peligro en algunas oportunidades, el marcador se rompió a los quince minutos de la primera etapa. Y en contraposición a lo que veníamos comentando, no fue por una jugada colectiva sino más bien por una joya individual de Claudio Echeverri. El diablito tomó la pelota en tres cuartos, con un amague se sacó a un rival de encima y luego remató con mucha potencia y precisión. La pelota nunca se levantó y se le metió abajo al arquero Mejía, en la famosa ratonera.
Sin dudas, esa conquista hizo que River encuentre tranquilidad y comience a controlar el juego. Sin embargo, de a poco Nacional intentó decir presente en el partido y contó con diez minutos buenos, en los cuales pudo llegar al empate en dos ocasiones. El protagonista principal fue el nigeriano Ebere, quien tuvo en sus pies el grito de los tres mil quinientos uruguayos que se acercaron hasta el Monumental. En la primera, en una inmejorable situación y en una posición cercana al punto de penal, le dio mordido y la desperdició. En la segunda, Franco Armani se volvió a hacer gigante y le tapó un mano a mano increíble.
Después de ese sofocón, el local volvío a dominar y ya en el complemento pudo liquidarlo. Miguel Borja se comió un gol increíble debajo del arco, Santiago Simón lo tuvo con un remate de media distancia y Facundo Colidio no pudo acercar una bocha que encontró dentro del área chica. Aunque sobre el final pudo reinvindicarse y con un cabezazo sobre la línea anotó el segundo tanto del cotejo que sentenció el resultado. Claro, ese fue el final de la jugada, pero es crucial recalcar la gran acción previa de Esequiel Barco, que sacó un centro bárbaro desde la derecha y le sirvió en bandeja el gol al rubio delantero.
Sin más, River volvió a jugar bien y a conseguir otra victoria muy importante. Ahora buscará enfocarse en la Copa de la Liga y tratar de revalidar lo hecho en condición de visitante, el lunes ante Instituto de Córdoba.